sábado, 31 de octubre de 2009

SEMANA DE JUAN REJANO

COLOQUIO DE LOS RÍOS
( fragmentos)

II. EL EBRO
A José Gorostiza.
Mira, hermano, estas sienes, de antiguos vegetales,
este cuerpo, esta blanca cabellera extendida,
donde anidan profundas noches elementales,
la frente de la especie, de centella partida.
Mira, mira estos ojos, de cristal transidos,
donde tiembla la piedra, los hogares primeros,
los toros como ardientes cometas sorprendidos
la voz de los pastores con lumbre de guerreros.
Aquí suena la infancia de la sílaba, el llanto
de un idioma de un pueblo, la esparcida osamenta
de las razas más duras que originó el espanto,
la ceniza del nómada ahogado en la tormenta.
Aquí vibran las horas virginales, la llama
que encendió la inocencia. Aquí crece el jinete
sobre el potro de fuego, y la oración inflama
al hereje y al mago. Todo aqui se somete
a la pasión fecunda, y la ley, que ha nacido
de esta lustral orilla, llora sangre de hermanos,
porque el mundo ha brotado con un pulmón herido
y hay lobos con las garras de gusanos.
Yo guardo en mis entrañas la piel con que vistiera
el cazador sus carnes, la semilla doliente
del sacerdote antiguo, los panales de cera
que labró en el regazo de esta tierra candente
sueño de las conquistas. Aquí la toga vuela
junto a la clava informe, la frente de alabastro
sobre el hirsuto, la muerte se desvela
y enarbola el desierto su mutilado astro.
Nacen arcos triunfales, se desbocan legiones,
los castillos dibujan su almenada prudencia
y hay espadas que rugen lo mismo que leones
y leyendas bordades de lirios de inocencia.
El peregrino duerme, mudados en estrellas
el bordón y las conchas. Van surgiendo ciudades
donde el polo reinaba, y alza el alma las huellas
de un mundo de invenciones que cubre las edades.
Gime la sinagoga, la iglesia se arrodilla
y la mezquita enlaza tres signos suplicantes
y el lejano secreto que en el cometa brilla
viene a abrirse en un árbol de palabras radiantes.
Desde la tierra sola al habitante erguido,
desde la furia al éxtasis, desde el agua a la espiga,
han merecido mi sangre los siglos y he perdido
mi razón por un sueño, un duelo, una cantiga.
Mira este cuerpo, hermano: hecho está de invasiones.
Mira estas manos: tiemblan de gritos sofocados.
¿Qué han hecho de mi estrella los nuevo centuriones?
¿Por qué a la roca clavan mis huesos calcinados?
¿Por qué, por qué esta lívida comunión de rencores,
este lento sumando de asfixias concebidas?
¿Cuándo el hálito humilde congregando fulgores?
¿Cuándo la rosa unánime que cierre las heridas?
JUAN REJANO

viernes, 30 de octubre de 2009

SEMANA DE JUAN REJANO

ESPEJO CIEGO
A Miguel Prieto
[...] y tú, tendiendo la piadosa mano,
probando a levantar el cuerpo amado,
levantas solamente aire vano.
Garcilaso.
I
Dejé mi cuerpo lejos, entre hogueras,
y he traído mi sombra a este regazo
de profundos estíos, donde tiemblo.
Ni la tierra ni el árbol
ni el hálito que está latiendo oculto
bajo la piel del pájaro,
ni la dormida fibra,
la rama en flor, el agua y el gusano
me conocen.
¿Quén soy
en este nuevo ámbito
tan hondo y virginal? ¿Qué voz, qué nombre
tienen sus n¿muros de jazmín? ¿Qué rastro
sus aves, sus caminos, sus miradas,
que todo se me torna espejo cóncavo
donde se pierde el río de la muerte
que el hombre lleva ardiendo entre los brazos?
Yo puedo caminar, caminar solo,
perdido entre las selvas y mis pasos,
detenere en la piedra y el insecto,
dialogar con el viento, abrir los brazos
a la colina que entre lirios sueña
y al dulce junco que en la orilla ha anclado.
Pero todo responde a mis llamadas
con un silencio fanala velado,
y en vano busco los sonidos íntimos,
aquel amor que en mi raís dejaron
los seres habitados por mi gozo.
Soy como nube tierna, vellón claro
que olvidó la tormenta y ha perdido
la razón de su cielo, de su espacio.
Ya no puedo ser lengua de inocencia
ni su origen cederme lo creado.
Como a una frente ciega que se inmola,
la luz me da la fe, mas no el milagro.
Podré vivir, ¿podré esperar? ¿Qué vida
la esperanza me entraga si en mis manos
tengo el mundo y no sé contar sus pétalos
retener su sabor entre mis labios?
Sobre la tierra muda,
entre aromas y cuerpos ignorados,
voy sembrando, sedienta, mi palabra:
la lluvia, el sol, el aire, mis hermanos,
¿podrán volver en fruto su amargura,
desvanecer la bruma de este llanto?
JUAN REJANO

SEMANA DE JUAN REJANO

RUECA DE SOLEDADES
A José Herrera Petere
Soledad tengo de ti.
Gil Vicente.
I
Sueño y razón: a porfía,
cerca o lejos, diapasón
de mi alma: ¿en qué estación
la flor de vuestra armonía?
El sueño del agua ansía
despertar junto a la muerte.
Da el fuego la llama y vierte
ceniza y fuego a la par.
Sueño que da en razonar
no hay razón que lo despierte.
II
Horas como larvas. ¿Tedio?
¿Sólo impaciencia? Un abismo
sin nombr propio. (Espejismo
del mal que busca remedio.)
El tiempo no me pone asedio
Pienso: ¿no es el tiempo hechura
de mi voluntad? ¡Qué oscura
espina!... ¿Por qué no un día
sin memoria? Moriría
mi angustia en un alba pura.
VI
Entraste a mis soledades
como fugitivo aroma
que a los abismos se asoma
en busca de eternidades.
¿Prisiones o libertades
te dio aquel reciento? Abiertas
permanecen las dos puertas
por donde entrar y salir,
a veces es no vivir
o vivir de cosas muertas.
VII
El agua, muda: un cristal
terso ya, donde la tarde
se muere. En el cielo arde
áurea rosa funeral.
Por mi frente, grave umbral,
cruza un aire lento... ¿Augura
lo que el sueño perdura
claramente? ¿En esta hora
de muerte vendrá una aurora
a alumbrar mi noche oscura?
VIII
Amor, ¿y puedo ya verte
lejos, casi sosegado,
si aún soy fuego enamorado
y sueño con poseerte?
Amor, si tu sangre vierte
lumbre en mi sangre, ¿cuál eres,
que en tu propia tierra mueres
y en la extraña resucitas?
Si es que no me necesitas,
amor, ¿para qué me hieres?
IX
Yo sé de la primavera
acordes que nadie ha oído,
un aroma envejecido
antes de que aroma fuera.
Yo sé la anguastia postrera
bajo la florida rama,
y las misteriosa llama
en que el cuerpo se consume
cuando la tierra un perfume
de nueva vida derrama.
JUAN REJANO

miércoles, 28 de octubre de 2009

SEMANA DE JUAN REJANO

LO QUE ESTÁ ROTO

Se me borran los nombres, los lugares
y siento como un niño la sospecha
de hallarme solo en una selva muda.
¿Por qué veredas ágiles
volver a lo entrañable, al aire, al río
a los álamos blancos, al amigo
que aun guarda su esperanza tras la muerte?
¿Cómo llegar sin duelo
al olvido y al pájaro, a la torre
que ensimismada su esbeltez envuelve
en las alas de miel que abrió la tarde?
¿Cómo, cómo anudar el hilo mágico
si de tanto apretarlo entre mis manos,
desorbitada estella, se me escapa?
No somo más que sangre evenenada
por la lengua del tiempo
que sólo a la distancia nos sonríe.
Aquel lejano instante
que, resplandor sin tregua, quedó abierto
en la cima del alma,
podría tornar si el alma otra vez fuera
agua virgen, candor de rosa y alba.
Mas ¿quién podrá aventar esta ceniza
que ya sube a sus labios?
¿En qué augurio esconder tanta ruina
si su cristal ahigó ya los destellos
y desdeña el milagro designado
que no pone en lo inerte transparencia?
Sería tan hermoso
sentirse tras el muro de la muerte
y ver pasar desde lo oscuro y frío
las dulces horas otra vez cantando.
Juan Rejano

martes, 27 de octubre de 2009

SEMANA DE JUAN REJANO

PERSECUCIÓN Y DESALIENTO

Es lo mismo que un nido
inanimado, yerto,
que entre oscuros ramajes
sin edad ni memoria
conservara la huella
de su calor antiguo.
Es como un nido yerto.
Es igual que la piedra
confinada en lo inerte
madura de silencio
en el cumplido éxtasis
y sin embargo viva
en la sangre del tiempo.
Es como tiempo y piedra.
Es como el agua insomne
cuando del mar se evade
y en el cielo reclina,
ave oculta y dispersa,
su impalpble mejilla
que no cabe en la muerte.
Es como el mar y el cielo.
Es igual que el espectro
conmovido de un sueño
que en la noche atesora
las palpitantes gemas
yacentes en el alma
y luego nadie sabe
a dónde va a ocultarlas.
Es lo mismo que un sueño.
Es semejante al polvo,
fecundo, feroz padre
que a su mesa consume
los vinos silenciosos
de la vida, los senos
de errantes primaveras,
y sólo muestra al mundo
un rostro cadavérico.
Es semejante al polvo.
Es igual...
(Ay olvido,
nido,
piedra,
mar,
cielo,
sueño,
polvo,
no puedo,
no, no puedo encerrarte
en mi débil palabra
para hundirte en ti mismo.)
Juan Rejano.

SEMANA DE JUAN REJANO

Como disculpa por no haber subido el pasado lunes poema en esta la semana de Juan Rejano, hoy subiré un conjunto bastante interesante de poemas... espero y lo disfruten tanto como yo.

SONETOS DEL SUEÑO
A Vicente Aleixandre
I
El sueño de mi vida ya no es mío,
ni está en mis manos deterner su aliento,
sujeto vivo a él y, a veces, siento
que baja por mis venas como un río.
Huyendo de su sombra me extravío
por la escala sin fin del pensamiento:
mas el sueño me sigue, como el viento
tras el húmedo cuerpo del navío.
Me vence este huracán, esta caricia
que tiene ya su doble ser fundado
donde la libertad su vuelo inicia.
A libre vuelo eterno condenado,
la frente llevo a despertar propicia
y el corazón al sueño encadenado.
II
Volver a ser de nuevo lo que fuiste,
a ver lo que no vio con la retina
del alma el alma virgen, cristalina,
que en el camino del ayer perdiste;
sentir cómo se aleja el viento triste
que la frente veló, y en la neblina
de la nueva esperanza se reclina
la sombra con que un tiempo conviviste.
¡Volver a ser! Llenarte de inocencia,
como el vaso se llena de agua clara,
para embriagarse en fugitiva esencia.
Lograr que al hombre y a la mar llegara
este crital de eterna transparencia
y en el fondo de su entraña luminaria.
III
Abrir el cuerpo al mundo cada día
es notar la presencia de un veneno
que en el fondo se queda, como el cieno
en la plata del agua.
Esta sombría.
longitud de la sangre sobre y cría
su veneno a la vez y, el cuace lleno,
hacia la mar se va del desenfreno
o permanece entre las rocas, fría.
¿Se ha de vivir, se ha de morir cerrando
esta inaudita caja al mundo cuando
del mundo vive y por su bien se altera?
¿O es necesario darse a la aventura
en cada instante? Por la brecha oscura
de sueño el alma la razón espera.
VII
¿No he de volver a verte? Mi esperanza,
¿no ha de cuajar sobre tu piel, y el nombre
otra vez no será cifra del hombre,
que al dicho, al llanto y a la mar alcanza?
Sombra de mi raíz, no hay semejanza
de tu dolor que en mi dolor se asombre,
ni encuentro quien remueva y desombre
esta oscura ruina, esta asechanza.
Pero puedo sentirte, acariciarte,
medir mi sombra con tu cuerpo amado,
penetrar en tu sangre y recobrarte.
Me basta esta pasión que me has dejado
y el amargo delirio de evocarte
¡El alma en luz y el pecho acongojado!
VIII
Si aquella voz del agua en la rivera
de los álamos blancos, si aquel río
conmigo vive siempre ¿porqué ansío
volver a oír?
Habrá la primavera.
cubierto ya la orilla y la pradera
con lenguas de esmeralda y rocío....
y aquí estamos tú y yo, corázón mío,
com naves sin mar que el mar espera.
No quiero aquí morir, que aunque en la muerte
gozosa, rumorosa, de tenerte
rosal oculto, dentro, vida llevo,
este sueño volver quiero al regazo
maternal de mi tierra y en abrazo
profundo hacerlo florecer de nuevo.
JUAN REJANO

domingo, 25 de octubre de 2009

SEMANA DE JUAN REJANO

CANCIONES A LAS SOMBRAS

II
Nadie pregunte su nombre.
¿Le pregunta nadie al agua
por qué mitiga la sed
o a la muerte nos arrastra?
El nombre no salva al hombre:
lo salva esa brasa oculta
que alienta sin saber dónde.
La voz que lo llama a veces
desde una tierra increada,
la luz que cubre su cuerpo
y que de pronto se apaga.
Lo que está en la piedra
y en el aire está.
nube que se aleja,
que vuelve a pasar.
Herida que nunca
se cierra en el pecho
porque está abierta en el alma
como anochecer eterno.
Con ella se llega al fin.
Con ella el fin nunca llega,
porque su fin es unir
la llama con la tiniebla.
Nadie pregnte su nombre.
Juan Rejano.

sábado, 24 de octubre de 2009

SEMANA DE JUAN REJANO

ELEGÍA DE AMOR BAJO LAS NUBES
A Pablo Neruda
III. Plenitud
¿Quién me entregó este sol, quién trajo el día
a la redonda fuente de su historia?
¿Quién les dio otros cristales a mis ojos
y un agua de quietud tendió en mis sienes?
Ahora ya sé que aquel latir de pausas,
aquella estrella de apacibles labios
nacieron a las puertas de tu aroma
para enlazar mi frente con el cielo.
También las nubes abren su memoria,
cansadas de contar mares y abismos
y bajo el sol que augura el mediodía,
son colinas de dulce metal ebrias
que esperando a un dios joven se estremecen.
En su cumbre movible está el silencio
como un árbol frondoso, mientras gime
a sus pies un presagio de cadenas;
y a su sombra transida, tu presencia,
la perdurable unión de tu regazo,
nacido para alzar sus tenues frutos
a este lejan arco de mis venas.
El cielo y nuestros pasos por la tierra
¡qué inalterable esclavitud de espejos!,
¡qué plenitud, qué edad tan sosegada
para vivir en el umbral del llanto!
Ahora ya sé que el mármol y la sangre
se funden sólo entre los secos mares
de un planeta que nunca entró en el tiempo;
en sangre y mármol desperté al olvido
arrodillado sobre dos espigas
que acariciando mi recuerdo viven
y abrirán mis cenizas una tarde
para encontar su origen, su descanso.
Juan Rejano.

Semana de Juan Rejano.

De verdad que entré la marabunta de poetas de lengua hispanoaméricana que me encuentro de repente, es díficil elegir a algunos para poder leerlos a detalle y mucho más poder hacer que algún otro decida a cercarse a esos espesos bosques de lenguaje que cada poeta va sembrando con sus versos. Me disculpo porque primero que nada, esta iba ser la semana de Ramón Martínez Ocaranza, pero puesto que los dos libros que poseo de este tenebroso señor Michoacano los tengo prestados y sin posibilidad de recuperación inmediata, me di una sumergidita en los libros que si tengo físicamente, y entre ellos encontré a este tal señor Juan Rejano, poeta y literaturo refugiado, también en Michoacán como tantos otros, durante la perseución franquista.
Llegó huyendo de las tropas falangistas el 13 de Junio de 1939, junto con otros grandes literatos españoles de la talla de Manuel Andújar, Ramón Iglesias y Juan Varela, y escribió desamparadamente con su poesía rítmica, exiliada y melancólica, durante los 37 años que duraría su estadía en México. Fundó en el país la revista Literaria Romance, contando en su equipo editorial a gente de la talla de Pablo Neruda, Pedro Hernández Ureña y el mismísimo Octavio Paz.
Pero déjemonos de biografías, y dirijámonos a aquello que hizo a este señor trascender su vida mortal, su poesía. Lo poemas que estaré subiendo a lo largo de la semana son tomados del libro Antología Poética de la editorial Lecturas Mexicanas.

viernes, 23 de octubre de 2009

A Las Afueras de Dios.

V
Persigo el arte con la mente llena de fango, cada paso que doy me hundo más en la espesura de la subjetividad, cómo levantarse a tanta indiferencia forzada, cómo superar tan espesa bruma de inconsciencia. Me abruma la indefectible niebla en la que los hombres buscan las estética, perdidos en una caverna más profunda de lo que Platón imaginaba, ni las sombras llegan, ojos incapaces de contemplar cualquier cosa se vuelven dentro de si mismos, y se ahogan en sus lágrimas. Parece no tener sentido algún intento, dejarse devorar por el fango o hundirse con todos dentro de la caverna… ¿quiénes son esos todos en realidad? ¿Por qué puedo diferenciarme yo de ellos? ¿De qué dispongo para suponer que no estoy yo dentro de una caverna también? Una caverna como un cubículo rocoso, con su suelo de fango en el que me hundo, indefinidamente, y cuestiono mi propia altura, hace tiempo que ya no siento mis piernas. La estética es entonces un pequeño brillo, un poco más arriba de mi cabeza, alzo las manos para tomarlo y despierto…

miércoles, 21 de octubre de 2009

A Las Afueras de Dios.

IV
Andrea me dijo que siempre le quito la magia a las cosas. Me confieso que para mí la magia siempre se ha encontrado dentro de ellas, no en su forma aparente en aquello que dictan mis sentidos, me sublevo a lo evidente y constantemente deshebro las imágenes y las ideas, constantemente entretejo mis pensamientos con todo en lo que estoy inmerso. Tratado de descubrir lo sublime en las cosas que son como el relámpago. Recuerdo de nuevo a todas esas bestias de mi niñez, al león de Lewis, a los orcos de Tolkein, el conejo de Caroll, todos ellos me miran con sus ojos insomnes, esperando la respuesta, deberé hacer un albúm con los monstruos de mi infancia. En mi adolescencia, que aún no termina, los diseccioné para que mi niño dejara de llorar, porque lo espantaban por la noche, y al abrirlos me di cuenta que sus entrañas eran mi rostro, y que cada una de sus partes tenía mi rostro, que aquellos monstruos nunca fueron más que espejos, en los que me reflejaba infinitamente hasta no verme, como en el Aleph de Borges. La magia de las cosas se encuentra en sus entrañas, pero esa magia es siempre un espejo incontemplable por el horro de su evidencia.

A Las Afueras de Dios.

III
De nuevo los espejos me persiguen, el reflejo de una silueta que me cuesta creer es la mía, no quiero admitir que esta mente habita un cuerpo. Pienso en la muerte, y me acuerdo de Ramón Martínez Ocaranza, que me dijo en la noche mientras leía sus Patologías, que el mundo es la cárcel de la muerte y se avergüenza de su encierro. Que ya no le quedan hojas al calendario y eso no es lo que me asusta realmente, sino descubrir que todas esas páginas llenas de ideas inconclusas en realidad están vacías y que no he completado mi transformación en ser humano. Me confieso que no me asusta la muerte en tanto salto a la nada, me perturba la incapacidad que he tenido a lo largo de mis días de hacer algo por el ser que me encierra y es mi cárcel de la que habré de salir únicamente en silencio, con los ojos apagados como estrellas primitivas. Lopreocupante es que me sigue interesando el mundo demasiado y cada cosa que veo y que desconozco es un anhelo de más años, es una necesidad constante de descubrir el mundo y sus recovecos y pensar que tengo únicamente una vida para recorrerlos es lo que me llena de nostalgia. No temo a la muerte, sino a la incapacidad temporal de ser completamente.

lunes, 19 de octubre de 2009

A Las Afueras de Dios.

II
Tengo el rostro de todas las personas y ante los espejos y los charcos el rostro propio es impreciso. Miro esos ojos vacíos por las calles, vacíos de tanto mirar a la nada, absortos en sí mismos y cada rostros es para mí, como dice Lévinas, la advertencia de la desaparición próxima de su semblante y su figura. Más aún, cada rostro es una llamada de auxilio, esos ojos secos, donde la muerte se fermenta, piden ayuda, no sé si la mía, no sé si la de Dios que ya se ha ido, o la de alguno de esos “especialistas” en problemas del alma. El caso es que no puedo fingir más que no me importan, porque todas esas caras, son la propia y me pregunto temerosamente por las noches, si no llevaré yo la misma señal de auxilio grabada en las pupilas.

sábado, 17 de octubre de 2009

A Las Afueras de Dios.

I
Hay veces que la existencia es suavemente resumida en una frase, no me atrevo a mentir y decir que hablo de toda “La Existencia”, sino una existencia solemne, tanto más íntima, más personal que es la vida propia. Camino constantemente por las sendas que tienen nombres que las personas evitan, y coqueteo a veces con las musas pero ellas nunca voltean la vista. La noche anterior escribiendo me di cuenta que no soy un poeta, y que mis versos no son más que aforismo declaratorios de constante incapacidad. Perdido como estoy en el bosque del lenguaje, evito mirar la cara de las personas para no darme cuenta de su farsa, que es mi propia farsa y es que intento convencerme de que mis pies aún siguen sobre el asfalto y no ha salido volando mi cabeza hacia el rostro mortuorio de la luna.